De acuerdo con una investigación de la Universidad de Australia Occidental, uno de cada diez estudiantes universitarios se salen con la suya presentando trabajos escritos por otra persona, quien generalmente se encuentra en otro país y es contratada a través de internet.
La nueva modalidad de estudios en línea, a la que muchos estudiantes se tuvieron que someter debido a la pandemia, ha propiciado el crecimiento de sitios web denominados "fábricas de ensayos".
Cuando un estudiante de Londres, Nueva York o Sídney se conecta a internet para pagarle a alguien para que le haga su tarea, es probable que quien haga el trabajo sea una persona que se encuentre en países como Kenia.
Las razones: Kenia es un país de habla inglesa con un sistema educativo relativamente bueno, pero donde las oportunidades económicas son a menudo limitadas.
Puntos destacados:
- Universidades detectan un aumento en el número de trabajos escolares elaborados a través de los servicios denominados “fábricas de ensayos académicos”.
- Regularmente los trabajos son elaborados por jóvenes en países donde no hay muchas oportunidades laborales.
- Los estudiantes con más tendencia a hacer uso de estos esquemas son aquellos cuyo inglés no es su primera lengua, revela un estudio.
El doctor Guy Curtis de la Universidad de Australia Occidental, detalló en un artículo sobre el tema que “las tareas universitarias, como los ensayos y los informes, permiten a los estudiantes demostrar que han aprendido lo que se supone que han aprendido. Si otra persona escribe la tarea, es posible que un estudiante se gradúe sin saber algo que se supone debe saber”.
Para el académico las consecuencias de estas trampas pueden ser catastróficas.
“¿Le gustaría recibir una inyección de una enfermera cuya tarea sobre cómo medir las dosis de medicamento fue escrita por otra persona?”, cuestiona el doctor Curtis en el artículo donde presenta los resultados de una investigación sobre trampas académicas.
El estudio realizado por la Universidad de Australia Occidental, entre estudiantes de seis universidades y de seis proveedores independientes de cursos profesionales de educación superior, reveló que del total de 4,098 estudiantes consultados, el 8 por ciento dijo haber pagado a otra persona para que escribiera una tarea que después presentó como propia. Y el 11 por ciento admitió haber presentado tareas previamente escritas descargadas de internet.
“Analizamos si determinados tipos de estudiantes admitían hacer más trampas que otros. El principal predictor de admitir haber hecho trampas por contrato fue no tener el inglés como primer idioma”, detalla Curtis.
Tres veces más estudiantes con inglés como segundo idioma admitieron haber contratado a alguien para hacer trampa, en comparación con los estudiantes con inglés como primer idioma.
Contratar servicios para hacer trampas en los trabajos académicos es ilegal en Australia.
Quienes prestan estos servicios no ven nada malo en esta actividad
David, es un estudiante universitario de 23 años que actualmente se encuentra cursando el último año de la licenciatura en sociología en Nairobi, Kenia, y, como la mayoría de los estudiantes, escribe ensayos.
Pero en el caso de David no se trata sólo de sus propias tareas y proyectos escolares.
Durante los últimos dos años David ha pagado sus cuentas escribiendo también asignaciones para cientos de extraños en todo el mundo.
"En su mayoría son de Estados Unidos, pero también he tenido algunos trabajos del Reino Unido. En conjunto, de Estados Unidos y Reino Unido he tenido 365”, asegura el estudiante de Nairobi.
David está involucrado en lo que aquí se conoce como escritura académica, o en términos sencillos, hacer trampa, y asegura que sin este trabajo no podría pagar sus propios estudios.
Mis padres no pueden mantener mi permanencia en la escuela y pagar las cuotas escolares porque tengo muchos hermanos. Así que tengo que buscar una manera de sostenerme y también tal vez contribuir con la familia.
Con lo que David gana ahora puede alquilar tierras de cultivo y mano de obra para cultivar e invertir en su futuro, por lo que este estudiante no tiene reparos en decir cuál es su fuente de ingresos.
“No, no me siento liado. Nosotros solo sabemos que estamos trabajando, que estamos recibiendo dinero legal, que estamos siendo productivos".
Kennedy, quien fuera una vez profesor, ahora es un veterano de cinco años en la industria de las trampas académicas y emplea a un equipo de escritores independientes para cubrir todos los pedidos que le llegan a través de internet.
Muchos de estos sitios web tienen su sede en los Estados Unidos y Europa del Este, y su comisión es de hasta la mitad de la tarifa, pero para Kennedy lo que está ganando le parece mucho dinero. Pues lo que hoy gana es mucho más que lo que ganaba como profesor.
Cuando la reportera de la BBC le pregunta si ha pensado en el hecho de que está escribiendo ensayos para personas que después de solicitar sus servicios y graduarse es posible que logren tener muy buenos trabajos, y que probablemente reciban más dinero que él, responde:
Sí, pero luego te das cuenta de que no es una competencia contra ellos. Es una competencia contra la pobreza.
Pero incluso en el próspero entorno de la Universidad Multimedia de Kenia, en Nairobi, algunos estudiantes se dedican a la venta de ensayos. Actividad que exaspera a profesores como la doctora Gladys Morona.
"Por supuesto, me enoja. Personalmente, no creo en hacer trampa. Les digo a mis alumnos que no es ético. Que no está bien. Pero para algunas personas es una cuestión de supervivencia. Para algunos, esto es el único trabajo que pueden hacer por ahora para que su familia sobreviva. Así que es una especie de dilema”, señala Morona.
La profesora siente que la mayor responsabilidad de hacer algo sobre este problema recae en los países cuyos estudiantes son los principales clientes.
Por otro lado, algunos de estos países ahora están tomando medidas.
El año pasado, Australia prohibió los servicios de venta de ensayos y en Inglaterra se está considerando una legislación similar.
Pero aún no está claro qué tan efectivo será esto para detener un comercio que cruza fronteras internacionales con tanta facilidad.
Mientras tanto, el doctor Guy Curtis considera que al ser los estudiantes cuyo primer idioma no es el inglés los que admiten usar más estos servicios para hacer trampa. “Los proveedores de educación superior deben garantizar estándares de competencia en inglés para los estudiantes que inscriben. También deben proporcionar apoyo lingüístico adicional a los estudiantes que lo necesiten”.