Sin un debate público previo, el primer ministro australiano, Scott Morrison, optó por la energía nuclear, no en cuanto al armamento, sino a la creación de una flota de al menos ocho submarinos a propulsión nuclear de última generación, en asociación con Estados Unidos y el Reino Unido.
"Hasta hace nada, hace sólo 12 horas quizás, la idea habría parecido marginal", dijo Sam Roggeveen del Lowy Institute, un centro de estudios en Sídney.
"Esta cooperación... socava gravemente la paz y la estabilidad regional... y mina también los esfuerzos internacionales sobre la no proliferación nuclear", declaró el portavoz chino.
La consecuencia inmediata de esta asociación estratégica inesperada resultó en que Australia tuviera que romper un contrato por un monto de 65.800 millones de dólares con Francia para suministrarle submarinos convencionales, lo que encolerizó a París.
Con esta iniciativa, Morrison hizo explotar varios tabúes políticos australianos, sobre todo la vieja prohibición de utilizar energía nuclear, pero también el gran cuidado respecto al riesgo de una escalada de tensiones militares con China."Esta cooperación en materia de submarinos nucleares socava gravemente la paz y la estabilidad regionales, incrementa la carrera armamentista y mina también los esfuerzos internacionales sobre la no proliferación nuclear", declaró el portavoz de Exteriores chino, Zhao Lijian.
Prime Minister Scott Morrison at a press conference at Parliament House in Canberra. Source: AAP
Este acuerdo, anunciado de manera conjunta por el presidente estadounidense, Joe Biden, el primer ministro británico Boris Johnson y su par australiano, permitiría a la inmensa isla-continente acceder a la potencia de fuego militar norteamericana, sin embargo negada a aliados tan cercanos como Israel.
En el centro de tensiones
De esta manera, la armada australiana podrá atacar objetivos muy alejados de sus costas.
Los submarinos nucleares "son más silenciosos, más rápidos y tienen una mayor resistencia, lo que permitirá a Australia destacar sus futuros submarinos hacia la región Indo-Pacífica durante lapsos mucho mayores", señala Ashley Townshend, del Centro de estudios estadounidenses en la universidad de Sídney.
Australia había comenzado a prever un fortalecimiento de su capacidad militar en 2020, en la medida que se deterioraban sus relaciones con China.
"Seguiremos respetando todas nuestras obligaciones respecto a la no proliferación nuclear", declaró Morrison.
Este acuerdo vinculará a Australia con Estados Unidos y Gran Bretaña durante varias décadas.
"Podría ser además el primero de una larga serie, incluyendo el despliegue de armas estratégicas de largo alcance estadounidenses, como misiles y bombarderos furtivos, en Australia", según Michael Sullivan, experto en Relaciones Internacionales de la universidad Flinders.
"A largo plazo", añadió, esto también podría significar "el redespliegue hacia el norte de Australia de parte de las fuerzas estadounidenses desde sus bases ubicadas en Okinawa y Guam, cada vez más vulnerables a eventuales ataques militares chinos".
Este acercamiento con Estados Unidos y el fortalecimiento de la capacidad militar australiana ubican a una potencia media en el centro de las tensiones crecientes entre las superpotencias estadounidense y china.
Inclusive, algunos consideran imprudente esta iniciativa.
El exprimer ministro australiano Paul Keating lamentó que se esté obligando a Australia a participar en "cualquier compromiso militar estadouniense contra China", poniendo fin a décadas de diálogo con sus vecinos asiáticos.
Unos "240 años después de salir de Gran Bretaña, (...) de nuevo estamos intentando encontrar nuestra seguridad en Asia a través de Londres", afirmó.
"Grave escalada"
En llamadas telefónicas secretas hechas antes del anuncio de este acuerdo, Morrison intentó tranquilizar a sus aliados regionales, desde Singapur hasta Wellington, asegurándoles que quiere garantizar la "seguridad y prosperidad de la región Indo-Pacífica".
Pero, esto no alcanzó para calmar a las capitales de la región del Pacífico, preocupadas por las consecuencias a largo plazo que podría acarrear esta decisión.
"Se trata de una escalada grave", destacó Sam Roggeveen, y "es muy poco probable que sea vista como sólo una acción contra China".Este nuevo proyecto también plantea muchas interrogantes en Australia, donde antes estaba prohibido el uso de de energía nuclear, al igual que en los países vecinos.
Chinese President Xi Jinping. Source: Xinhua News Agency via Getty Images
Nueva Zelanda, que prohibió la navegación en sus aguas territoriales a todos los barcos a propulsión nuclear desde 1985, ha afirmado que tampoco se lo permitirá a los futuros submarinos australianos.
La energía nuclear es algo muy controvertido en Australia, y Canberra prohibió oficialmente su uso en 1998, a pesar de que el país cuenta con ricos yacimientos de uranio.
Morrison insistió sobre que Australia "no intenta adquirir armas nucleares ni desarrollar energía de este tipo en el sector civil".
"Y, seguiremos respetando todas nuestras obligaciones respecto a la no proliferación nuclear", declaró.
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