Australia aplicó una estrategia de “supresión agresiva” frente a la pandemia de COVID-19. Para julio tenía planes de reabrir su economía y crear una “burbuja aérea” con Nueva Zelanda, pero sus aspiraciones se han visto perturbadas por el incremento masivo de casos en el estado de Victoria, que tiene más de seis mil infecciones, el triple que en marzo, así como la propagación de este coronavirus en Nueva Gales del Sur (NSW, siglas en inglés).
Parece lejana la situación peligrosa creada al inicio de la pandemia por el desembarco de cientos de pasajeros del crucero Ruby o las cifras de incremento diario abultadas por la llegada de residentes y ciudadanos australianos al país desde el extranjero. Ahora la mirada se centra en los contagios locales, especialmente en Victoria y NSW.
El incumplimiento de las medidas de seguridad en los hoteles de Melbourne habilitados para las cuarentenas de los viajeros internacionales ha sido señalado como el origen del catastrófico rebrote en Melbourne, en donde más de 3,000 personas se han infectado desde principios de julio, algunas de las cuales han muerto.
Además, el rebrote en Melbourne, ciudad que está reconfinada por seis semanas junto al municipio rural de Mitchell, se ha propagado a otras partes del territorio australiano. Según el rastreo realizado por las autoridades de NSW, una persona de la capital de Victoria fue vinculado al foco del Crossroads Hotel, en el sureste de Sídney y desde donde se ha propagado la infección a casi medio centenar de personas.
Puntos destacados:
- Los expertos dicen que aunque no hay pruebas de que se trate de una nueva cepa, está claro que la propagación del coronavirus en Victoria y NSW será mucho más difícil de contener la segunda vez.
- La profesora Lyn Gilbert, quien lidera el grupo de expertos en control de infecciones que asesora al Comité Principal de Protección de la Salud de Australia (AHPPC, siglas en inglés), indicó que no hay evidencia de ningún cambio significativo en la virulencia ni que se trate de una nueva cepa.
- Peter Collignon, experto en enfermedades infecciosas cree que tomará un tiempo suprimirla y es improbable su eliminación.
El lunes, NSW registró 20 nuevos casos, mientras que Victoria registró 275. Hubo 296 nuevos casos en todo el país, incluso uno de ellos se reportó en Tasmania, que tenía semanas sin infecciones y que esta vez se debió a una mujer que retornó de Victoria.
Australia tiene actualmente más de 12,000 casos, incluyendo 123 muertos y 3.026 casos activos.
La trayectoria de Australia, que parece ser víctima de su éxito, se asemeja en algunos aspectos a Israel o Japón, aunque por diferentes motivos.
"No estamos solos y es definitivamente una señal en algunos países de que no deberían haber quitado el pie del freno, si se mira a Israel se puede identificar fácilmente una flexibilización de las restricciones antes de que las cubiertas fueran despejadas", dijo el profesor emérito de salud pública de la Universidad de Sídney ,Stephen Leeder, al diario Sydney Morning Herald (SMH)
Adam Kamradt-Scott, experto en el control de enfermedades infecciosas del Centro de Estudios de Seguridad Internacional de la Universidad de Sídney, dijo que la primera ola de Australia estaba relacionada principalmente con los viajeros que regresaban al extranjero, mientras que la segunda ola se debe casi totalmente a la transmisión en la comunidad.
"Aquí es muy diferente, tuvimos personas que se adhirieron a medidas de distanciamiento social muy estrictas la primera vez cuando el virus circulaba menos en la comunidad", dijo el profesor adjunto Kamradt-Scott al SMH.
"Ahora tenemos a mucha gente que dice que eso fue exagerado. Ahora, cuando tenemos una transmisión comunitaria más extendida, estamos ante uno de los peores escenarios que pueda enfrentar nuestro personal de salud pública", agregó el experto.
Tardará más tiempo y será más difícil de contener
"Este es un enemigo malvado", dijo la semana pasada el primer ministro de Victoria, Daniel Andrews, al recalcar que “es tan salvajemente infeccioso. Se mueve tan rápido. Es astuto en algunos aspectos ya que la gente puede ser infecciosa durante bastante tiempo sin saberlo - sin tener síntomas o, si los tienen, son muy leves".
Ante la rapidez de la propagación de COVID-19 se tema que se trate de una nueva cepa más infecciosa. Pero los expertos dicen que aunque no hay pruebas de ello, su propagación será mucho más difícil de contener la segunda vez.
"No hay ninguna evidencia de una nueva cepa más virulenta", dijo la profesora Lyn Gilbert, quien lidera el grupo de expertos en control de infecciones que asesora al Comité Principal de Protección de la Salud de Australia (AHPPC, siglas en ingés)”
"De hecho, algunas personas han sugerido que es menos virulenta porque la tasa de letalidad está bajando. Sin embargo, no hay evidencia de ningún cambio significativo en la virulencia", comentó a la edición digital The Guardian Australia.
La experta explicó que en la primera oleada que comenzó alrededor de marzo, más de dos tercios de los casos -hasta el 80%- eran de viajeros que regresaban al extranjero y sus contactos.
“En general, se trata de personas acomodadas que viven en casas más grandes con situaciones socioeconómicas más altas”, recalcó la profesora.
La llegada de los viajeros internacionales motivó al gobierno australiano a cerrar las fronteras en marzo y establecer una cuarentena en los hoteles, se pudo controlar más fácilmente.
"Pero con esta situación que se desarrolló en Melbourne, hubo una fuga de la cuarentena de los hoteles debido a que el personal de seguridad no mantuvo las medidas de control de la infección. Luego pasó de ese personal a las familias y a la comunidad y obviamente se generalizó antes de ser reconocida", señaló Gilbert.
Se cree que el retraso en la detección de los casos en Victoria desencadenó parcialmente el último brote a los hogares y la comunidad, una situación que hace más difícil de contener al virus y de rastrear los contactos.
Dada la diferencia en la propagación, la contención sería más difícil esta vez, dijo un profesor de enfermedades infecciosas y médico del hospital de Camberra, Peter Collignon.
"Es mucho peor que la primera oleada de control porque se trata casi toda de una transmisión comunitaria", dijo el experto de Camberra al diario The Guardian.
Aunque Collignon aseguró que “aunque tomará un tiempo esta vez para suprimirla a números bajos y hace muy improbable su eliminación, no podemos levantar las manos con horror. Tenemos que ver lo que está sucediendo a principios de la próxima semana. Con cualquier intervención como el bloqueo tomará al menos de 10 días a dos semanas para empezar a ver un efecto."