De pelo corto, con cabellos negros y grises, gafas oscuras es el chileno-australiano Carlos Astudillo. Sus ojos parecen hacer un esfuerzo inimaginable para sostener desde arriba una sonrisa afable difícil de mantener, no por maldad ni mal humor sino por los estragos de una batalla inimaginable que muchos quizá no podríamos afrontar con la misma valentía.
"Vivan simplemente con lo que tienen, disfruten su día a día. Preocúpense por lo que pasará mañana, mañana", dice escuetamente a SBS Spanish Carlos Astudillo, en una frase que puede sonar hueca a muchos, pero a aquellos que tienen los días contados y que ven la vida desde otra perspectiva tiene más sentido. Tras una complicada operación por un tumor al cerebro, en el avanzado grado 4, sigue vivo, aunque solo puede mover su lado izquierdo. Su mano izquierda es la única que puede utilizar para manejar esas herramientas que le ayudan a escudarse emocionalmente contra una esperanza de vida que hace años se le ha agotado.Por si fuera poco, ese pincel que le ayuda día a día a librar la batalla de su vida, le lleva además a reproducir mundos imaginarios llenos de belleza, de esperanza y amor a través de sus
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Sydney artist Carlos Astudillo. Source: Supplied
Desde los desnudos de mujeres que pueden tener algún guiño de Picasso, los bodegones de manzanas rojas que quizá rememoran a Paul Cézanne, las vírgenes Guadalupe con adornos recargados como lo es el fervor latinoamericano o la reproducción de la lluvia multicolor del grafitero Bansky son algunas de las imágenes que se presentan en su más de centenar de obras artísticas.“Él pinta desde la mañana hasta la noche a pesar de tener una enfermedad terminal. Tiene una fuerza interior que lo impulsa a vivir y seguir adelante”, dice a SBS Spanish Adriana Martínez, de los Servicios Comunitarios Multiculturales para Discapacitados de la ciudad de Sídney (Sydney Multicultural Community Services Disability).
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Un inmigrante hispano como nosotros
En 1984 Carlos Astudillo, cuyo padre quería convertirlo en carabinero en Chile, cambió su vida en 1984 cuando llegó a Australia. Casi una década después conoció a su esposa, Elizabeth Valenzuela, su compañera de vida y con quien tiene dos hijos, Benjamín y Fernando. A ella la conoció en un concierto de Illapu en la Casa de la Ópera donde él trabajaba.
Carlos es también padre de Robert, nacido de una unión previa.
Su esposa sigue a su lado, hasta el último aliento porque para ella "Carlos es una inspiración"
"A lo largo de su terrible experiencia nunca se ha quejado de su enfermedad o de la limitación de su cuerpo. Él ha abrazado la vida y continua siempre adelante de una manera extraordinariamente positiva", precisó a SBS Spanish.Carlos se graduó en 1998 de diseñador gráfico y enseña artes visuales. Con esa formación logró ocupar un puesto de profesor de personas con discapacidad en el Centro de la ONG "Miroma" en el sureste de Sídney. Siempre estuvo activo en la comunidad chilena hasta que la enfermedad le pasó factura, primero de forma discreta y silenciosa: adormecimientos en el cuerpo hasta que hace un par de años le diagnosticaron el cáncer terminal en el cerebro.
Con su cuidadora y su esposa Source: Supplied
Desde entonces lucha contra su enfermedad, pero quiere seguir dejando un legado y que lo recuerden, el día que se vaya, por lo que hizo en vida y no por la forma en que dejó este mundo.
“Me siento orgullosa de conocer a Carlos por más de veinte años. Él es un maravilloso ejemplo en el sector de los servicios de discapacidad. El además fue un trabajador dedicado a los discapacitados. Siempre estuvo orgulloso de su trabajo como profesor de arte por más de 20 años en Miroma Disability Vaucluse”, comentó a SBS Spanish su cuidadora Selma Fonseca.
“La enfermedad terminal de Carlos nos tomó a todos por sorpresa porque él siempre fue una persona muy generosa, saludable y feliz”, agregó.