Alejandro Arroyo, cazador de eclipses: 30 años presenciando el romance entre el sol y la luna

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Alejandro Arroyo cazador de eclipses, aquí en Exmouth, Australia Occidental. Credit: Supplied

Desde que presenció el primer eclipse total de sol en 1994, en Chile, este historiador de arte ha asistido al encuentro entre los dos astros, donde quiera que este ocurra. Ya sea que tenga que viajar a un desierto, a una isla, a las gélidas tierras siberianas o a una remota localidad de Australia Occidental, Alejandro Arroyo acude puntual a la cita para disfrutar este maravilloso espectáculo natural que a veces dura sólo unos segundos. Escucha la historia de sus travesías.


Lo de Alejandro Arroyo y los eclipses fue amor a primera vista. La magia de este fenómeno astronómico atrapó al historiador chileno 30 años atrás y desde entonces reserva un espacio en su bitácora de vida para acudir a la cita que le proponen el sol y la luna. Los astros fijan el lugar y la hora, y Alejandro tiene que sortear el resto de los obstáculos para llegar puntual al sitio exacto desde donde se podrá apreciar mejor ese encuentro mágico. 

La visita dura apenas unos segundos, pero para Alejandro es un espectáculo que bien vale la pena cruzar el mundo si es posible, ya que cada cita es diferente y le ofrece nuevos conocimientos sobre la naturaleza y los lugares que visita. 

La mayoría de las veces Alejandro ha observado los eclipses en tierra, ya sea desde un desierto, una isla, en una zona tan inusual como lo es la Antártica, o en países que jamás imaginó visitar. Pero Alejandro también ha disfrutado de los eclipses desde el aire, en vuelos exclusivos para admirar este fenómeno natural.
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Alejandro Arroyo en The Pinnacles Desert, Australia (2023) Credit: Supplied
Hasta el momento el chileno acumula 18 eclipses totales de sol, 11 países visitados y alrededor de 360 mil kilómetros recorridos para observar este espectacular fenómeno natural, lo que lo posiciona como el latinoamericano que ha perseguido el mayor número de eclipses totales, según la página , un sitio web con el listado internacional de personas que han viajado alrededor del mundo para presenciar estos eventos astronómicos.

“El sol tiene esa magia que me lleva a lugares que él determina. Yo tengo que ingeniármelas para llegar a esa cita”, comparte Alejandro Arroyo, en entrevista con SBS Spanish.

Una fascinación que se volvió adicción

En 1994 un amigo francés de Alejandro le pidió ayuda para organizar un viaje, ya que quería conocer el norte de Chile y aprovechar que habría un eclipse de sol que se podría ver en la frontera con Bolivia. Los amigos viajaron hasta Putre, una localidad chilena, y ahí fue donde ocurrió ese flechazo a primera vista.

“Ese fue mi primer encuentro con el sol y la luna. Y efectivamente, lo que produce un eclipse total es una fascinación. En el fondo se produce una adicción, de que si viste uno en tu vida te entusiasmas tanto que dices: bueno, ¿dónde será el próximo?”, comenta el historiador.
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Eclipse Exmouth, Australia (20 de abril, 2023) Campamento Ningaloo. Alejandro con dos amigos holandeses que también son seguidores de eclipses, el de la izquierda ha visto 10 eclipses y el de la derecha 9. Credit: Supplied
Además del espectáculo astronómico en sí, Arroyo afirma que lo que más le impresionó de este fenómeno fue en el impacto que tiene en la naturaleza, sobre todo su relación directa con los animales que se encuentran en la zona.

“Lo primero que me llamó la atención fue el paisaje del lugar y lo segundo cómo la naturaleza reacciona frente a este tipo de eventos astronómicos, produce una relación directa por ejemplo sobre los animales. Dependiendo de la duración del eclipse total los animales tienden a dormirse.

“De hecho [en Putre] yo estaba en la plaza central de este de esta localidad y había una feria de productos gastronómicos, animalitos, artesanías, etcétera. Al lado mío vi que las llamas se echaron para dormir durante esos segundos que duraba la totalidad. Y después, comprobando en otros lugares del mundo con eclipses totales: los cambios de temperatura, el viento, hay muchos elementos del paisaje [que se ven alterados]”, explica el cazador de eclipses chileno.

Un turismo con muchos obstáculos por sortear

Perseguir eclipses totales de sol alrededor del mundo no es un turismo sencillo, ni barato. Alejandro cuenta que más de una vez ha estado en comunidades en las que no entiende el idioma local o en las que tiene que hacer mil malabares para llegar al lugar de la cita, pero eso no le ha impedido llegar puntual al encuentro.

La mayoría de las veces el historiador chileno viaja por cuenta propia, pero la logística está determinada por el lugar y muchas veces por el clima. Por ejemplo, cuenta que en el 2015, cuando viajó a las Islas Feroe, un país insular europeo, tuvo que solicitar los servicios de una agencia de turismo ya que el traslado y el hospedaje era muy limitado.
En otra ocasión, cuando en 2003 persiguió al sol hasta la Antártica, tuvo que viajar primero a Australia y tomar un vuelo chárter.

“Era un vuelo que partía de Melbourne, iba hacia la Antártica sobrevolando y retornaba a Melbourne. Fue un vuelo de 15 horas y fracción, que en esa época se convirtió en un récord de vuelo doméstico sin escalas. Éramos alrededor de 150 personas en ese vuelo”.

Los pasajeros de ese vuelo exclusivo pudieron disfrutar de unos segundos extras del eclipse, debido a que, según explica Alejandro, el avión pudo perseguir por unos instantes al eclipse solar.

“El avión te permite una vista muy distinta a que si yo lo veo en tierra o desde un barco. Al estar el avión ‘siguiendo al sol’ permite que se alargue unos segundos más [el eclipse]”, explica Arroyo.

“Siempre los viajes son un desafío por los lugares, el manejo del lenguaje, la logística”, cuenta Alejandro.
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Alejandro Arroyo en su viaje más reciente a Australia. Credit: Supplied
Uno de los recorridos más complejos que ha realizado el chileno seguidor del sol es aquel que hizo a Siberia, en 2008. Para comenzar el historiador no habla ruso, ni ninguna de las lenguas nativas de la región. Además, en ese momento ninguna agencia de turismo iba a esa zona, por lo tanto tuvo que hacer el viaje por su cuenta.

“Llegar a Moscú, tomar el metro, buscar mi hotel y después tomar el vuelo a Siberia, -todo sin conocer el idioma- fue muy complejo. Pero ahí curiosamente hay una anécdota muy linda del mismo eclipse.

“Yo en el caso de Rusia elegí la plaza mayor, la plaza de armas de la ciudad. El lugar tiene un teatro de la ópera precioso, que es el tercer teatro de la ópera más importante de Rusia, y al llegar al lugar escucho música andina, yo creí que estaba soñando.

“Voy acercándome y justo a las afueras había un grupo de música de Ecuador tocando música andina y, obviamente, conversé con ellos y todo. Ellos vivían en Rusia desde hace unos 10 años y estaban de gira. De hecho eso fue lo más lindo de de esta experiencia, al producirse la totalidad del eclipse, ellos tocaron música andina con flauta, con zampoña. Entonces era una cosa de película: aquí yo estoy en medio de Rusia, con con la música de mi continente”.

Todo este esfuerzo solo por unos segundos que dura el eclipse

En cada encuentro con el sol y la luna el historiador chileno viaja por muchas horas para disfrutar de un fenómeno que usualmente dura sólo unos instantes. Por ejemplo, en el 2002 Arroyo viajó desde Chile hasta Adelaide, Australia, para disfrutar de un eclipse que duró 25 segundos.

Pero, dice Alejandro, cada encuentro tiene un “premio”; en el caso de Adelaide, el historiador descubrió el fenómeno de “puesta de sol de 360 grados”.

“Esos 25 segundos tuvieron un ‘premio’ muy hermoso. Fue precioso el lugar. Ahí empecé a investigar una teoría… si estás en el desierto, si tú te das vuelta sobre sí mismo en 360 grados, vas a tener esa puesta de sol alrededor tuyo por completo. Entonces esos 25 segundos me enseñaron ese efecto”.
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The Pinnacles Desert, Australia (2023). Credit: Supplied
La cita más reciente entre el historiador y un eclipse total de sol ocurrió hace unos días en suelo australiano. El 20 de abril, Alejandro Arroyo viajó hasta la comunidad de Exmouth, en Australia Occidental, para disfrutar de un eclipse solar híbrido que duró apenas 62 segundos.

“El sol tiene esa magia que me lleva a lugares, que él determina. Yo tengo que ingeniármelas cómo llegar a ese lugar y a esa cita. Yo hago esto de seguirlo en distintos lugares del mundo, donde el sol me cite, por dos elementos: uno es conocer la ciudad y el otro es conocer la gente, la gastronomía, la cultura local.

“Uno le saca partido al hecho de que si voy a ir a un lugar, va a ser la única vez en la vida que voy a ir, entonces tienes que disfrutar cada segundo, porque efectivamente no va a haber un eclipse total en ese lugar, no voy a volver a este lugar”
Pero a veces, aunque Alejandro llegue a tiempo a la cita y todo esté dispuesto para el encuentro, algo puede ocurrir, como lo que le pasó en Shanghai en 2009 cuando no pudo disfrutar de la unión del sol con la luna debido al clima nublado. Afortunadamente, esto solo le ha ocurrido una vez en casi 30 años de perseguir al sol.

La próxima aventura estelar de Alejandro Arroyo, el cazador de eclipses, será el 8 de abril de 2024, cuando un eclipse total de sol podrá verse desde México, Estados Unidos y Canadá.

Mientras llega ese momento, y para celebrar sus tres décadas como seguidor del sol, el profesor de historia de arte y organizador exposiciones está trabajando en un libro que recopila sus aventuras, fotografías y conocimiento adquirido en esos 30 años de fascinación estelar.

Además, tiene un proyecto para establecer una oficina de asesoría turística astronómica para hispanos parlantes.

A quienes que están interesado en sumarse a este pasatiempo, Alejandro Arroyo solo les hace una recomendación básica: más allá de allegarse de equipo costoso para hacer registros de este fenómeno astronómico “disfruten el eclipse, porque en el fondo a lo mejor va a ser la única oportunidad de hacerlo”.

Para escuchar la entrevista completa pulsa la flecha en el botón de reproducción, debajo del titular de este artículo.

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