Shorten ha echado la culpa a la oposición, proponiendo una serie de reformas para frenar el fraude y la espiral de costes.
Más de medio millón de australianos reciben ayudas del NDIS, creado hace casi 10 años por el gobierno laborista de Julia Gillard.
Shorten es uno de sus principales artífices, y afirma que hay que trabajar mucho para mejorar la experiencia de los participantes.
La sostenibilidad del sistema está en entredicho.
El régimen va camino de convertirse en uno de los mayores gastos del presupuesto federal: de los casi 36.000 millones de dólares de este año, se espera que cueste 50.000 millones de dólares de aquí a 2026. Es más que Medicare y la atención a la tercera edad juntos.
Y la demanda no hace más que crecer, con más de un millón de personas que se espera reciban ayudas de este régimen de aquí a 2032.
No está previsto modificar los requisitos para acogerse al plan, que actualmente se aplica a los menores de 65 años.
Un grupo de trabajo ya está investigando 300 millones de dólares en reclamaciones fraudulentas.
Hacer el sistema más accesible es también uno de los objetivos del Partido Laborista: reconocer a las personas de las Primeras Naciones y a las de origen inmigrante, que están infrarrepresentadas en el NDIS y reciben menos fondos.
Sobre la situación del NDIS contactamos a dos proveedores de estos servicios; Carolina Castelblanco, CEO de Horizons y Patrick Vasquez, director general de ‘Supports for Living’.
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