En estos tiempos de pandemia, el mundo en su conjunto ha debido afrontar duras circunstancias, las que nos han obligado, no solo a tomar medidas extraordinarias para protegernos, sino también a tener que resolver dilemas de difícil respuesta que nos interpelan en lo más profundo de nuestras convicciones y nos empujan a poner en cuestión nuestros propios valores.
Las sociedades, justamente, cuentan con un conjunto de valores que las definen y que le sirven para dirimir lo bueno de lo malo y lo correcto de lo incorrecto. En base a estos valores se crean las leyes que sancionan lo que se puede y no se puede hacer. Esos valores fundamentales están a la base de nuestro de observar, analizar y juzgar al mundo y también las acciones de sus habitantes.
Como ciudadanos que formamos parte de una sociedad, nos sentimos frecuentemente interpretados e interpelados por esos valores. En muchas ocasiones tenemos que recurrir a ellos para resolver conflictos que la vida nos pone delante. Los dilemas morales, por ejemplo, nos obligan a reflexionar sobre lo que creemos bueno y malo, para así poder tomar una decisión que esté acorde con lo que pensamos y creemos correcto para nosotros mismos y también para los otros. La ética se encarga de estudiar este tipo de problemas y sus circunstancias. Nuestra moral y nuestro razonamiento nos proveen de los elementos necesarios para realizar un juicio reflexivo sobre un dilema ético que debamos resolver o una decisión que debamos tomar.
Puntos destacados
- Una de los dilemas bioéticos más controversiales actualmente se refiere a la elección de las personas a las que se deben asignar los recursos sanitarios cuando estos no se pueden proveer a todas las personas.
- La bioética es una rama de la ética que estudia los principios para la conducta más apropiada del ser humano respecto a la vida y el ambiente en que esta se genera.
- Para resolver un dilema bioético debemos considerar los principios de maleficencia (no hacer el mal) y beneficencia (hacer el bien), de justicia (tratar a cada uno como corresponda) y de autonomía (tomar decisiones sin presiones).
Bioética y coronavirus
La bioética forma parte de la ética, aunque se dedica a reflexionar mayormente sobre los principios para la conducta más apropiada del ser humano respecto a la vida, tanto la humana como la de otros seres vivos, y también el ambiente en que estos crecen, se reproducen y se desarrollan.
Vivimos tiempos inéditos en los que una pandemia azota el mundo, provocando no solo una gran crisis sanitaria, sino también una debacle económica y social sin precedentes.
Por supuesto que todos deseamos que se produzca lo antes posible una vacuna que nos inmunice contra el coronavirus. Queremos que esté disponible en un tiempo breve y que la burocracia no detenga su avance, sin embargo, debemos preguntarnos si al producirse eso que deseamos, el acortamiento de los tiempos y los pasos para crear y autorizar una vacuna, ¿no estaremos generando un mayor mal que el que intentamos evitar?
La bioética trabaja en base a principios de maleficencia (no hacer el mal) y de beneficencia (hacer el bien), de justicia (tratar a cada uno como corresponda) y de autonomía (tomar decisiones sin presiones), para considerar así las respuestas adecuadas a un dilema que nos confronta, como aquellos que surgen a partir de esta pandemia.
Estos principios de maleficencia y beneficencia nos deben hacer repensar nuestras respuestas frente a los conflictos bioéticos, pues debemos evaluar el nivel de daño de una acción y el nivel de beneficio, siempre considerando, no solo nuestro propio bienestar o malestar, sino el de la sociedad como conjunto.
Por eso es importante que reflexionemos sobre algunos problemas bioéticos que, por ejemplo, está confrontando ahora mismo el personal sanitario en algunas zonas del mundo. La pregunta sobre a quién se deben entregar los recursos médicos esenciales cuando estos escasean, por ejemplo, en el caso de los ventiladores, es un cuestionamiento que en algunos países más afectados por el coronavirus no solo se han tenido que preguntar, sino que han tenido que enfrentarlo en la realidad y resolverlo anteponiendo unas vidas sobre otras. Esa decisión es sin duda una de las más difíciles que debe tomar el ser humano en cualquier circunstancia.
El profesor de bioética de la Universidad de Sydney, Diego Silva, respecto a este problema de la entrega de estos recursos sanitarios que salvan vidas cuando no se puede proveer a todos los enfermos de ellos, dice que “la mayoría de mis colegas dirían que debemos dar los ventiladores a la gente que tiene más probabilidades de vivir”.
Sin embargo, Silva piensa diferente a la mayoría de sus colegas y cree personalmente que esos recursos sanitarios “deberían ser asignados por lotería”. Esta reflexión la realiza pensando en que generalmente es la gente más pobre y vulnerable la que se enferma más frecuente y gravemente. Ellos no cuentan con los recursos que permiten prevenir las enfermedades y su situación precaria muchas veces contribuye a la generación de algunas enfermedades. Entonces, según Silva, la lotería de recursos permitiría más justicia en el reparto de estos recursos considerando también las circunstancias de vida de cada una de las personas que necesitan acceder a estos insumos que pueden salvarles la vida. Esta lotería de recursos, en cierto sentido, podría equilibrar un poco la balanza al tomar en cuenta más factores que simplemente las posibilidades de salvarse de un paciente o su edad.
Otro dilema bioético interesante que nos ha puesto delante el coronavirus, se refiere a la necesidad de crear una vacuna que nos inmunice o que pueda paliar los efectos devastadores del COVID-19 en nuestro cuerpo. Existen protocolos muy estrictos que se deben seguir para poder considerar a un medicamento, en este caso una vacuna, como seguros y efectivos para luchar contra una enfermedad. Los pasos incluyen una investigación seria, ardua y constrastada, además de la generación de pruebas o ensayos que garanticen que funciona para lo que fue creada y que sus efectos colaterales o futuros no son peores que la enfermedad que pretende combatir. Entonces, ante el dilema de apurar una vacuna saltándose pasos del protocolo para luchar cuanto antes contra el virus, o bien, esperar el tiempo necesario y tomar los pasos exigidos por el protocolo para evitar consecuencias peores en las personas, la respuesta no es nada fácil y no cabe duda que es un dilema que todos los interesados en el tema están poniéndose para encontrar la solución más adecuada.
Diego Silva, en este caso, dice que “en la comunidad científica hay quienes creen que podemos pasar por alto algunos pasos, acelerar las pruebas y la disponibilidad de la vacuna. La mayoría de las personas, y yo mismo, creemos que los pasos para desarrollar la vacuna están ahí por alguna razón, es decir, para proteger al público del daño potencial de la misma vacuna”.
Los principios de maleficencia y beneficencia entran en juego en este caso, pues el dilema es, por un lado, crear una vacuna que salve de inmediato vidas afectadas por el coronavirus, pero por otro lado, debemos considerar que al no respetar los pasos del protocolo, los efectos de esa vacuna podrían ser más dañinos que los del coronavirus y matar aún a más gente. No hay una respuesta o camino fácil. Todos nos exigen poner en juego nuestros valores y principios humanos.
Es por eso que es tan importante conocer y entender la magnitud de este tipo de dilemas bioéticos que la sociedad confronta constantemente, no solo en tiempos de pandemia.
Te invitamos a escuchar la entrevista completa que concedió a SBS Spanish el académico Diego Silva, en donde también se conversa sobre otros problemas bioéticos relacionados a esta pandemia de coronavirus.
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