A primera impresión, el doctor español-australiano Lucas de Toca tiene el rostro dulce, una voz firme pero pausada, y una actitud humilde que encandila.
A sus 34 años, nadie diría que su trayectoria como servidor público es una de las más exitosas de Australia. El actual alto funcionario del Ministerio de Sanidad del país no solo ha dedicado más de cinco años a los servicios sanitarios aborígenes, sino que además es uno de los arquitectos y obreros de la respuesta sanitaria del país oceánico contra la COVID-19.
Su arduo trabajo en el despliegue de la vacuna contra la COVID-19 para que esta llegue a los médicos de cabecera, las farmacias y las comunidades aborígenes ha sido reconocido con una Medalla al Servicio Público por la oficina del gobernador general de Australia, David Hurley, quien representa a la reina Isabel II, actual jefa de Estado del país.
Soy "el multicultural con experiencia aborigen y ahora el 'reconocimiento del gobierno colonial'. Es, de verdad, un popurrí de australianidad", bromea el doctor madrileño al referirse a su condición de inmigrante, a su trabajo con las comunidades indígenas del Territorio Norte, que hizo que la comunidad Yolgnu lo adoptara como uno de los suyos, incluso antes nacionalizarse como australiano hace cuatro años.
Puntos destacados:
- El Dr Lucas de Toca recibió la Medalla al Servicio Público por su "liderazgo de la exitosa gestión de la implementación de la vacuna COVID-19 a través de la atención de salud primaria".
- De Toca, de 34 años y experto en salud pública, se inspiró en su experiencia del trabajo coordinado e inclusivo con las comunidades aborígenes para coordinar las políticas de lucha contra la pandemia a nivel extrahospitalario, y en el despliegue de las vacunas en los centros médicos familiares, farmacias y comunidades indígenas.
- Los líderes médicos que estuvieron en la primera línea de la pandemia de COVID-19 en Australia, como el exdirector médico Brendan Murphy, la entonces directora de salud de Queensland, Jeannette Young, y la directora de salud de NSW, Kerry Chant, también se encuentran entre los 669 australianos que han sido reconocidos en la Orden de Australia.
La llegada de la COVID-19 en marzo de 2020 sorprendió a De Toca trabajando en el diseño de los planes sanitarios para las comunidades aborígenes en el Ministerio de Sanidad. La gravedad de la crisis supuso que se centrara exclusivamente a la respuesta sanitaria contra la pandemia. En febrero de 2021 pasó a convertirse en el director general de esa cartera, para liderar la respuesta del cuidado primario, es decir extrahospitalario, contra el coronavirus.
De Toca cuenta que la pandemia lo obligó, tanto a él como a sus compañeros y colegas, a trabajar muchas veces hasta pasada la una de la madrugada, siete días por semana, con la gran responsabilidad de intentar salvar las vidas de todo un país, incluyendo la de las poblaciones vulnerables de los indígenas.
El médico considera que el recibir la Medalla "habla bien de Australia", ya que refleja una "apertura de mente al permitir a un inmigrante reciente estar a cargo de un programa de vacunación".
Fue un momento muy potente, tras dos años de trabajar, dos años sin parar, como todo el mundo con la pandemia. Creo que el acabar con una situación en la que la inmensa mayoría está vacunada (96 por ciento con dos dosis y 60 por ciento con la de refuerzo), en la que tenemos una de las tasas de vacunación más altas del mundo (...) me hace sentir muy contento de verdad.
De Toca, graduado de la Universidad Autónoma de Madrid y con una maestría en Políticas Sanitarias en la Universidad de Harvard, siente un "orgullo de inmigrante" por el reconocimiento que le da su país de acogida, aunque recalca que no se ve a su mismo como un modelo a seguir.
Sin embargo, De Toca admite que "la visibilidad es muy importante, especialmente en minorías y grupos dentro de grupos que no se ven representados en la vida pública".
Entrevista realizada tras recibir el reconocimiento de la Reina:
"Si no hacemos esto muy bien al principio, mucha gente va a morir"
De Toca dice sentirse "un poco hipócrita" por recibir un galardón por sus esfuerzos contra la pandemia cuando considera que el trabajo es colectivo, especialmente de una sociedad australiana que "la ha pasado mal" y que se ha sacrificado para respetar las medidas implementadas para prevenir los contagios, especialmente cuando la COVID-19 tenía un poder letal a falta de vacunas.
Ha sido una especie de montaña rusa de emociones porque, por una parte, soy médico entrenado en salud pública, que trabaja dentro del gobierno federal en una de las mayores crisis en salud pública en los últimos cien años.
"Eso es profesionalmente donde quieres estar, es muy motivador, con la sensación de tener una meta que te da mucha energía y un sentido de propósito. Pero también con un enorme carga de responsabilidad, porque me decía que si no hacemos esto bien al principio mucha gente va a morir".
En ese sentido, el médico reconoce la resiliencia de las comunidades de inmigrantes en Australia que sufrieron por los estrictos cierres de las fronteras internacionales, al tiempo que presenciaban de manos atadas el sufirmiento de sus familiares, allegados y conciudadanos en sus países de origen.
Entrevista realizada durante el despliegue del programa de vacunación:
Al inicio de la pandemia, y tras cerrarse las fronteras internacionales, De Toca, con un lustro de experiencia trabajando para las comunidades aborígenes Miatj, en el Territorio Norte, tuvo la delicada tarea de coordinar con los representantes de las Primeras Naciones la respuesta a la COVID-19 para proteger a los pobladores de las zonas más remotas de Australia.
"Establecimos clínicas respiratorias para que la gente con síntomas pudiera ir y no tuviera que ir a hospitales, dar equipos de protección personal para los sanitarios y cerramos acceso a las comunidades aborígenes el 26 de marzo, a petición de las propias comunidades, pero utilizando elementos legislativos no utilizados antes", cuenta.
Cerrar el acceso a un cuarto del territorio australiano fue una locura de actividad frenética.
Source: Provided (Australian Government Department of Health)
Al asumir el programa de vacunación en lo que concierne a la distribución de estos sueros a los médicos de cabecera, las farmacias y las comunidades aborígenes, De Luca trabajó día y noche en el Ministerio en medio de feroces críticas al despliegue, el cual sufrió retrasos en su cronograma. Entre los cuestionamientos al despliegue se sumó la falta de diversidad en la cartera de fármacos, la escasez por la gran demanda médica, problemas en las entregas internacionales y en su distribución nacional por diversos problemas como las inundaciones en Nueva Gales del Sur, entre otros elementos a los que se sumaron las protestas de los antivacunas y la difusión de noticias falsas.
El panorama fue un reto importante personal y profesionalmente.
"El programa de vacunación recibió cierto nivel de críticas y además está el hecho de que no puedes desconectar, porque lo que hablaba todo el mundo era la pandemia, con lo cual en el momento en que te vas a casa o enciendes la tele o estás en el gimnasio con amigos, todo es la pandemia. Es difícil desconectar o despersonalizar en lo que trabajas, día a día", lamenta.
Ciudadano aborigen antes que australiano
De Toca, quien también fue voluntario en 2017-18 en los esfuerzos de prevención de contagio de hepatitis y sida en el Territorio Norte, considera que su trabajo con las Primeras Naciones es una de sus experiencias más valiosas de su carrera.
Como jefe sanitario de la Corporación Aborigen Miwalt, entre 2014 y 2018, un territorio que abarca unos 97.000 kilómetros cuadrados, aprendió "el poder de un servicio sanitario controlado por la comunidad" a la hora de implementar políticas públicas sanitarias efectivas e inclusivas.
Los pueblos aborígenes, que representan el 3,3 por ciento de la una población de 25 millones de habitantes en Australia, han sufrido desde la colonización de Australia el despojo de sus tierras y han sido víctimas de una marginalización y violación de derechos humanos a través de las prácticas como el robo durante décadas de sus hijos, la explotación laboral, y la exclusión de los servicios de salud.
Esta situación ha causado una inmensa desconfianza de las Primeras Naciones ante el sistema sanitario, ya que muchos médicos y enfermeras en el pasado participaron en la separación de los menores de sus familias.
Además, los indígenas australianos tienen al menos unos ocho años de esperanza de vida menor que el resto de los pobladores del país. Al menos un 40 por ciento de ellos padece de al menos una enfermedad crónica, mientras un cuarto de ellos sufre por problemas de salud mental.
Mis jefes eran aborígenes locales, los miembros de la junta que dirigen las actividades del servicio sanitario son electos y generalmente son ancianos (Elders) de la comunidad local. Y todo lo que se ve en poblaciones desaventajadas minoritarias o marginalizadas, como falta de acceso o confianza a los sistemas sanitarios por abuso institucional y trauma histórico y actual ,se difumina cuando el servicio está controlado por la propia comunidad.
Esa cercanía con las comunidades de la Tierra Arnhem, una de las más remotas y de poco acceso en Australia, permitió que la comunidad le diera "simbólicamente la ciudadanía Yolgnu antes que australiana".
"Creo que tiene más valor", subraya este defensor de los sistemas sanitarios de calidad, universales y gratuitos que piensa, a la hora de diseñar políticas, quien puede quedarse fuera y a partir de ello, intenta incluir a esa persona vulnerable para que sea beneficiada.