Sinopsis
A pocos días para la novena Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, Estados Unidos, una decena de presidentes latinoamericanos se reunió en La Habana para cuestionar a la Administración de Joe Biden por excluir a Cuba, Venezuela y Nicaragua por tacharlos de antidemocráticos.
La capital cubana reunió a los mandatarios de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América, también conocida como ALBA, fundada por los desaparecidos Hugo Chávez y Fidel Castro en 2004.
El mandatario venezolano Nicolás Maduro enfiló su discurso contra Washington por la exclusión para la cita del 6 al 10 de junio.
La crisis migratoria en la región sería un tema de la Cumbre de las Américas. En la frontera de México con Estados Unidos, la Patrulla Fronteriza detiene a miles de migrantes indocumentados centroamericanos, cubanos y haitianos que van en busca de empleo a Norteamérica, agobiados por la violencia y pobreza que aquejan a sus países.
En los últimos cinco meses, más de 47 mil cubanos ingresaron irregularmente en Estados Unidos desde México. Pero, el presidente cubano Miguel Díaz Canel, prefirió cuestionar al gobierno de Joe Biden.
Además de la crisis migratorio en la región, las expectativas de la Cumbre de las Américas están puestas en cómo la pandemia y la guerra de Rusia en Ucrania podrían representar la gran oportunidad para que Latinoamérica se convierta en un potencial socio comercial de EE.UU.
Desde Managua, el presidente Daniel Ortega intervino en la reunión del ALBA y también enfiló su discurso contra los cuestionamientos de Washington a su gobierno acusado de dictadura.
Por ahora, nadie habla de los contenidos que pretendían debatirse en la Cumbre de las Américas, porque ha quedado reducida a si debe ser inclusiva o aceptar a países que Estados Unidos no tolera y considera dictaduras o admitir como normal las exclusiones como en ediciones anteriores.
Entre las protestas han surgido la de México o Argentina, aliados de Estados Unidos. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador acaba de cuestionar a Washington, que pretendía que esta cumbre fuera su oportunidad para ganar peso e influencia en la región latinoamericana.
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