Las marchas del fin de semana contra el racismo y las muertes de los aborígenes e isleños del Estrecho de Torres en detención desafiaron los peligros de contagio de COVID-19.
A pesar de las críticas de las autoridades, quienes han instado a los manifestantes a no salir a las calles a protestar, los reclamos persisten y los organizadores de las marchas prometen repetirlas hasta el cansancio, reiterando que la vida de los negros importa, utilizando la consigna en inglés, Black Lives Matter.
Ante una nueva convocatoria para realizar protestas el viernes en Sídney, el primer ministro Scott Morrison ha pedido a la población que desista de participar en las manifestaciones para evitar un golpe a los avances realizados por el país en la lucha contra la pandemia del nuevo coronavirus.
Puntos destacados:
- Las autoridades australianas consideran que las protestas contra las muertes de indígenas australianos en detención ponen en riesgo la salud pública y suponen un retroceso en la lucha contra el coronavirus.
- Muchos activistas indígenas australianos consideran necesario protestar para pedir que se detengan las muertes en detención. Desde 1991, han muerto 437 aborígenes e isleños del estrecho de Torres bajo custodia policial.
- El líder Lenka, Leonel Chévez, experto en terrorismo y seguridad de origen salvadoreño, considera que una persona no arriesga su vida si no se encuentra en una situación de extrema desesperación, en la que no le queda otra opción.
Las manifestaciones del fin de semana en Australia en solidaridad por la muerte del afroamericano Geroge Floyd a principio de mes en Minneapolis bajo la custodia policial fueron multitudinarias. Decenas de miles de personas desafiaron el riesgo de infectarse con la COVID-19, y aunque aún es muy pronto para determinar la magnitud de los contagios, ya se sabe que una persona que participó en la protesta de Melbourne ha sido afectada por el coronavirus.
Los indígenas australianos insisten en realizar la protesta para defender a su familia, sus valores y su nación, a pesar de que arriesgan sus vidas en medio de la pandemia, tal y como lo han hecho los soldados del ANZAC que libraron guerras por el país, según dijo a SBS Spanish, el líder Lenka y experto en salud primaria, seguridad y terrorismo, Leonel Chévez.
“Esta gente que va a las marchas tiene la misma causa (que los ANZACs): sus familias están siendo asesinadas por un sistema que no se va a desaparecer”, comentó el líder indígena salvadoreño al recalcar que “en el agonizante proceso en el que estamos, intentamos encontrar la solución de cosas que aún no están resueltas”.
Chévez recalcó que “los aborígenes australianos son parte de un sector que sufre directamente el impacto de estos sistemas (heredados de la colonización) que aún tiene resquicios de la fuerza y la brutalidad contra los grupos que han sido victimizados … y creo que es una mancha moral en una democracia como la australiana.
En su llamamiento para pedir a la población que desista de acudir a las protestas, el primer ministro, Scott Morrison, acusó a los manifestantes “de tener un doble estándar que les permite perpetrar mediante una participación que ha ofendido, con razón, a los australianos en todo el país”.
“La manera cómo se ha hecho y la sugerencia de que lo harán de nuevo pone en riesgo el apoyo público”, recalcó el mandatario, quien quiere reanudar la actividad económica en julio próximo para mitigar el efecto de la recesión económica que se pronostica en Australia.Los reclamos indígenas, detonados por la muerte de George Floyd en Estados Unidos, se da en un momento delicado en Australia, país que, con medidas moderadas de confinamiento y restricción social, ha sumado unos 7.300 casos de COVID-19, incluyendo 102 muertos. El país registra desde hace días menos de diez casos diarios.
Protesters participate in a Black Lives Matter rally in Sydney Source: AAP Image/Dean Lewins
Por ello, tanto las autoridades federales, como las del estado de Nueva Gales del Sur, la jurisdicción con más casos de coronavirus del país (y que abarca a Sídney, la ciudad más poblada y uno de los principales centros económicos y financieros de Australia) han instado a la población a no participar en las protestas.
El comisionado asistente de la Policía de NSW, Mick Willing, dijo el jueves que “la Policía no ha recibido una notificación de la protesta y “por lo tanto es considerada como no autorizada”.
La retórica contra la marcha “es parte del sistema de poder que está acostumbrado a que nadie les desafíe ni los cuestione”, comentó Chévez, al explicar que cuando el ser humano, después de un largo tiempo o de varias generaciones no puede corregir el sistema, “lo que se le está diciendo es que no tiene ninguna otra opción que dar su vida para cambiar el mundo”.
Aunque se sospeche que las marchas pueden convertirse en un foco de contagio, aún no se sabe a ciencia cierta si lo son, con lo que las autoridades corren el riesgo de que, si pasado un tiempo no se producen infecciones, la gente podría pensar en que su retórica se usó como instrumento de control.
Chévez también propuso como alternativa a las protestas la creación de mesas de diálogo con los organizadores sobre la convivencia con los indígenas “que tenga estatus y el respeto de las autoridades” para que calme los ánimos tan caldeados y se prevenga la expresión de la ira y la frustración acumulada en las calles.
Los miembros de los pueblos de las Primeras Naciones representan aproximadamente el 28 por ciento de la población carcelaria, a pesar de representar solo el tres por ciento de la población australiana.
El proyecto titulado Deaths Inside, de la publicación The Guardian, reveló que al menos 437 australianos indígenas han muerto bajo custodia policial desde la Comisión Real en 1991 establecida para investigar esta tragedia, que aqueja a este pueblo que sufre maltrato, discriminación y abusos, desde la colonización a finales del siglo XVIII.
Parte del maltrato viene por parte de las autoridades y las fuerzas de seguridad que, si bien funcionan con integridad en Australia, atraen a un pequeño número de personas que utilizan estas estructuras para perpetrar abusos, según Chévez.
“Los usan como esqueletos, que aprovechan con su ideología racista, clasista y de superioridad para utilizar los instrumentos de las instituciones y descargar crueldad y creen que pueden hacerlo sin que rindan cuentas”, recalcó.
El líder indígena, cuya familia sobrevivió al ajusticiamiento en la década de 1930 en El Salvador mediante el cual se quitó la tierra a los pueblos originarios, enfatizó que la mayoría de la gente “vive en un hipnotismo en el que creemos que en el mundo todo está bien” al abogar por la reivindicación de los pueblos originarios y apostar por vivir “en un país que no es racista y que de un futuro en las buenas y las malas”.
Leonel Chevez también ha participado en grupos de discusión y negociaciones sobre derechos indígenas en las Naciones Unidas.