Petro y Hernández, el primero un senador y exguerrillero de 62 años, y el otro, un outsider sin partido ni ideología de 77, llegan empatados en la intención del voto al balotaje del próximo domingo.
En la recta final, los candidatos están a la caza de abstencionistas (45%) e indecisos (entre el 2% y el 5%), muchos de ellos entre 18-28 años que corresponde a casi nueve millones de jóvenes habilitados para votar.
Con la confianza rota en las instituciones, inconformes con el sistema educativo y desempleados (20%), el 52% de los jóvenes no se siente representado por ninguno de los presidenciables, según la encuestadora Cifras y Conceptos.
Ambos son figuras contrarias a la clase dominante y representan una alternativa de ruptura y cambio ante el hastío expresado en las urnas hacia los partidos tradicionales, marginados por primera vez de la disputa por el poder.
Atrás quedaron los discursos en plaza pública, los debates y el juego limpio. El último asalto entre Petro y Hernández se disputa en el campo de las emociones y el descrédito del rival.
Los colombianos irán a las urnas desencantados con el gobierno saliente de Duque, que termina su mandato el 7 de agosto con un 28% de aprobación a su gestión.
Se ha denunciado la posibilidad de un fraude electoral en contra del candidato Petro y un potencial desconocimiento de los resultados.
Sin embargo, el fiscal tercero delegado ordenó, ante un Tribunal Superior, una auditoría forense a los software del proceso electoral. Esto, en respuesta a una solicitud presentada por presuntos delitos en los mecanismos de participación democrática en la jornada electoral de este 2022.
Entrevistados: Juan Manuel Charry, abogado, columnista y analista político; Alirio Uribe, exparlamentario y abogado defensor de derechos humanos quien actualmente es uno de los asesores y organizadores de campaña de Petro; y Oscar Atehortúa Duque, embajador de Colombia en Australia.