Este mes, la empresa de telefonía Optus saltó a los titulares de los medios por una oferta de trabajo en la que describía sus preferencias de que los candidatos sean preferiblemente anglosajones y que vivieran cerca del barrio de Neutral Bay en Sydney.
En cuanto la empresa fue confrontada por esta actitud discriminatoria, retiró el anuncio de la oferta y el vicepresidente de recursos humanos de Optus, Vaughan Paul, dijo en un comunicado que la compañía de telecomunicaciones "apoya con orgullo la diversidad y emplea personal que representa a más de 70 nacionalidades".
"Hemos eliminado el anuncio, y estaremos investigando cómo ocurrió esto con miras a tomar medidas disciplinarias contra los involucrados", dijo Vaughan a SBS News.
El publicar una oferta de trabajo en la que se indican preferencias respecto a la nacionalidad es claramente una violación de la ley de justicia en el trabajo o Fair Work de 2009, que previene contra la discriminación a empleados o posibles empleados sobre la base de atributos específicos, incluida la raza.
La multa máxima actual por discriminación ilegal es de $ 63.000 para una corporación por cada vez que se rompen las reglas, y de $ 2.600 para un individuo.
Las grandes corporaciones conocen muy bien estas normas y a lo que se exponen si las infringen. Sin embargo este “error” de pedir candidatos anglosajones para trabajar en una tienda donde la mayoría de la población de ese barrio es “anglosajona” hace pensar que no somos tan abiertos como se cree a relacionarnos con personas de otras razas y culturas, o al menos así lo interpreta el economista y analista de la Universidad de NSW, Usman Chohan.
“La empresa prefiere a alguien que corresponda a la demografía de la zona (Neutral Bay)”… “Es un caso muy claro de discriminación, y la lógica que hay detrás es muy obvia, porque la empresa quiere que haya una relación más directa entre los clientes y los trabajadores”, explica el analista.
Un importante estudio que se hizo en Australia en el 2010 descubrió que las personas con nombres anglosajones son mucho más propensas a obtener una entrevista que cualquier otro grupo étnico. Por lo que personas provenientes de otras culturas se cambiaban el nombre o evitaban incluir información que les relacionara con una cultura particular. Lo que se llama “blanquear” un currículum para parecer más anglosajón.
A pesar de que haya pasado casi una década, según explica Chohan, este fenómeno sigue ocurriendo.
“Es cada vez peor, porque ahora la presión en el mercado laboral es más fuerte que hace diez años. Hay gente que quiere integrarse, hay más presión social, y se ve que es cada vez más común en ciudades australianas. Yo creo que la gente debería preservar su identidad y su nombre, pero mucha gente ha optado por la otra opción de “disfrazarse” para integrarse en el mercado laboral.”
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