El argentino Sergio Rivas Gutiérrez lleva casi ocho años en Australia, a donde llegó como turista. Sin embargo, tras solicitar otro tipo de visa, ahora de estudiante, y renovar esta una y otra vez, no había logrado encontrar un camino que lo llevara a cumplir su objetivo: asegurar un futuro en Australia… hasta que ocurrió la pandemia por el coronavirus.
Luego de poco más de cinco años de vivir en Londres, Sergio viajó a Sídney para visitar a uno de sus amigos. Su idea era regresar a Europa después de unos meses, pero el clima australiano y el estilo de de vida en este país convencieron a Sergio de extender su estancia en Australia un poco más.
Cuando su visa de turista se venció, Sergio solicitó una de estudiante y comenzó unos cursos de turismo en Sídney. El idioma no era un problema para él, lo mismo que el trabajo, ya que pronto consiguió empleo en el sector de la hostelería.
Durante los siguientes cinco años Sergio se dedicó a trabajar y a estudiar, con la constante presión de renovar su visa y pagar nuevos cursos para poder alargar su estancia en Australia.
Primero, Sergio hizo unos cursos de turismo por un par de años. Luego, aprendió sobre marketing. Y más tarde tomó clases para reforzar su inglés.Todo ese tiempo el joven argentino vivió en Sídney, donde nunca le faltó empleo en el sector de los restaurantes y bares.
Sergio Rivas Gutiérrez lleva casi ocho años en Australia. Source: Supplied
“Tengo mucha experiencia con respecto a lo que es la hostelería. Desde los 18 años comencé a trabajar en este sector. Entonces eso me abrió muchas puertas alrededor del mundo”, expresa confiado el chef argentino durante una entrevista con SBS Spanish.
Pero a pesar de tener el día a día resuelto, la situación migratoria de Sergio Rivas no mejoraba. Ya eran bastantes años bajo una visa de estudiante, con todo lo que eso implica en cuestión de gastos y restricciones laborales.
Un curso más para asegurarse un futuro en Australia
Ante este panorama, Sergio decidió que era momento invertir en algo más sólido y entonces se inscribió en un curso para convertirse oficialmente en un chef calificado.
“Terminé estudiando un curso de cocina comercial. Sabía que tenía todas la habilidades para trabajar en la cocina. De hecho ya había trabajado en otros países, como en Barcelona. Y eso me ayudo a extender mi tiempo en Australia”, comenta Sergio.
Con este certificado y toda la experiencia acumulada a través de los años, a Sergio no le fue difícil encontrar trabajo en su profesión.
Al poco tiempo ya era cocinero en un restaurante y cada vez crecía más su deseo de quedarse a vivir en Australia, pues desde hace años Sergio había tomado la decisión de no volver a Argentina.
Hace trece años que vivo en el extranjero y la verdad todavía no tengo ganas de volver a vivir en Argentina. Por muchas razones: la economía, hay mucha violencia en Sudamérica… y eso me hace luchar y pelear por no querer volver a la Argentina.
Él tenía dos cosas muy claras: no quería volver a Argentina y tampoco quería seguir bajo una visa de estudiante. Pero se estaba acercando a los 40 años y Sergio sabía que las oportunidades para poder quedarse en Australia comenzarían a disminuir.
Llegó la pandemia y también el cierre de los restaurantes
En esos pensamientos estaba Sergio cuando la pandemia por el COVID-19 obligó a un primer confinamiento de algunas zonas de la ciudad de Sídney. Durante ese proceso el chef argentino perdió el trabajo.Poco a poco las restricciones impuestas por la pandemia comenzaron a afectar seriamente al sector de la hostelería.
Sergio trabaja como chef en un restaurante en Wollongong. Source: Supplied
Decenas de restaurantes decidieron cerrar sus puertas, pues no solo no podían albergar a una gran número de comensales, también la escasez de personal en ese sector comenzaba a sentirse en todo el país.
Después de unos meses del cierre de las fronteras internacionales de Australia la cosa se fue complicando aún más. Los estudiantes internacionales, las personas con permiso de trabajo temporal u otro tipo de visa con derechos laborales -que son quienes usualmente se emplean en el sector de la hostelería- se habían ido o no podían entrar al país, y era muy difícil convencer a la gente local que se sumara a trabajar en este tipo de empleos, sobre todo por la inestabilidad que ocasionaban las restricciones y los constantes confinamientos.
En este contexto de escasez de mano de obra, la situación de Sergio Rivas era buena. A los tres meses de que terminó el primer confinamiento Sergio encontró un nuevo trabajo como chef.
Sin embargo, había algo que le preocupaba: el tiempo estaba pasando y la situación en Australia y el resto del mundo era de crisis. Entonces, ¿cómo le haría para quedarse en Australia?
El segundo confinamiento largo que se vivió en Sídney fue un momento de claridad para Sergio. Durante esos días se puso a analizar lo que estaba ocurriendo en el país y cuál era su situación personal.
Para ese entonces su nuevo jefe ya le había propuesto hacerse cargo de otro restaurante, en las afueras de Sídney.
“Después de un mes de haber comenzado a trabajar con ellos un hotel bistro, mi jefe y su esposa me ofrecieron manejar un café en la zona de Wollongong”.Con este ofrecimiento a Sergio no solo se le estaban reconociendo sus habilidades como chef, sino también su destreza para coordinar la compra de insumos, lidiar con el personal y echar a andar el negocio todas las mañanas.
Sergio Rivas Source: Supplied
“¡Es ahora o nunca!”
Durante el segundo confinamiento Sergio empezó a atar cabos: si las cosas seguían así, y las fronteras permanecían cerradas, esta era la oportunidad que había estado esperando.
Yo sabía muy bien que no habría trabajadores. La mayoría se fueron. En silencio lo analicé y dije: ¡es ahora nunca!
Sergio sabía, por su experiencia en Europa, que el número de inmigrantes empezaría a disminuir y con ello habría más oportunidades para los que se habían quedado adentro, como él.
“En Londres, cuando ocurrió lo del Brexit, hubo falta de mano de obra, los inmigrantes se regresaron a sus países. Eso me hizo comparar con lo que iba a pasar en Australia.
“Entonces dije: tengo la experiencia en el trabajo, puedo manejar un negocio, no hay trabajadores, los aeropuertos están cerrados. Es ahora o nunca. Esta es mi última oportunidad para poder solicitar [un patrocinio]”, confiesa Sergio.
Adam Bolton, el dueño del café, puso también las cosas sobre la balanza: eran tiempos difíciles para conseguir trabajadores y, a decir de él mismo, Sergio es un muy buen elemento en su equipo, así que aceptó la petición que le hizo el argentino.
“[La falta de trabajadores] fue una de las principales razones y también porque es un tipo increíble. La forma en que trabaja es realmente rara de encontrar en la gente local. Ya sabes, no sé si viene de su herencia o de dónde viene; su visión de la vida, el respeto por el trabajo. Es algo difícil de encontrar”, asegura Adam durante una breve entrevista con SBS Spanish.
La suerte la regalan a la cinco de la mañana
Como parte de la negociación Sergio se comprometió a poner el restaurante al cien por ciento, se propuso incrementar las ventas y mejorar el desempeño del lugar. A cambio de eso, su jefe le patrocinaría una visa, la cual le permite a un trabajador, designado por su empleador, que viva y trabaje en Australia.
Desde hace unos meses Sergio comenzó con su proceso para tener una visa patrocinada. Para él, la pandemia fue esa oportunidad que necesitaba para cosechar todo lo sembrado durante siete años.
Desde el 2021 Sergio trabaja como chef en un café restaurante en Wollongong, una ciudad costera al sur de Sídney, sitio en el que este inmigrante argentino hizo su última apuesta para quedarse en Australia.
Sergio trabaja de miércoles a domingo. Él llega muy temprano a organizar la cocina, preparar los ingredientes, hace listas de las cosas que se deben surtir, lava, corta, pica, empaca y desempaca comida, mientras va maquinando en su cabeza las actividades del resto del día en el restaurante.
Aunque su hora oficial de entrada es a las 7 de la mañana, muchas veces Sergio entra un poco más temprano. Bien dice el dicho que la suerte la regalan a las cinco de la mañana.
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