“Santi y el árbol rojo”
Santi era un niño que vivía en Australia.
En una ciudad llamada Newcastle.
El color rojo era su preferido.
Tenía un triciclo rojo, una pelota roja y un avión rojo, que era su juguete favorito.
Un día de primavera Santi fue al parque con sus padres
Y vio un árbol precioso de flores rojas.
―Me llamo Santi, ¿tu cómo te llamas? ―le preguntó.
―Me llamo Illawarra Flame Tree ―contestó el árbol.
A partir de ese día jugaban siempre juntos.
El árbol le subía a sus ramas para que viera mejor los aviones que surcaban el cielo, le presentaba a los insectos que trepaban por su tronco y le decía cuales era simpáticos y cuales gruñones.
Pasó el tiempo y el árbol rojo perdió sus flores y se quedó delgadito.
En lugar de rojo ahora era marrón y delgado como un palito.
Cuando Santi le vio, no se creyó que fuera su amigo
y se fue a jugar con otros niños.
Al rato vio un avión en lo alto del cielo
Y se estiró mucho intentando tocarlo con los dedos.
El árbol se agachó y le ofreció una rama.―Desde mi copa verás mejor ― le dijo.
Santi se sentó en la rama y el árbol le subió a su copa.
Desde allí dijo adiós con la mano al avión.
Después abrazó al árbol y le dijo: ―siento no haberte creído.
Santi y el árbol siguieron cambiando cada día un poquito y haciéndose cada vez más y más amigos.